No podemos negar que estamos atravesando el momento más azaroso de nuestra existencia humana, pues reina la oscuridad, la anarquía y la confusión. Nos asedian muchos problemas que presagian incontrolables desastres, calamidades, ya sea en la vida colectiva de las naciones, ya sea en nuestra experiencia como individuos. Notarás que estamos viviendo en el mismo cumplimiento de la profecía dada por el profeta Isaías más de 700 años antes del nacimiento de Jesús, cuando dijo: "He aquí que tinieblas cubrirán la tierra y oscuridad las naciones” (Isaías 60:2). 

Aquí el profeta nos habla de tinieblas morales y de oscuridad espiritual. Observa que hay desorientación en la vida moderna, confusión en el orden de los pensamientos. Te darás cuenta de que hoy existen muchas doctrinas filosóficas y sistemas religiosos que pretenden ser la luz para indicarte con claridad el camino seguro. No obstante, tú y yo somos conscientes de que el mundo continúa envuelto en las angustiantes sombras de la hora más oscura de la historia, y como ves el hombre por sí mismo no puede hallar remedio para su propio mal, ni solución adecuada para la complejidad de los problemas modernos.

Todo mundo se está llenando de pesimismo, frente al crecimiento de la complejidad de los problemas políticos en el campo internacional y ante la invención y perfeccionamiento de los instrumentos de guerra para la destrucción masiva. El mundo se está viendo sumergido en una profunda incertidumbre con respecto al futuro. Observando el tremendo desbalance que existe entre el maravilloso adelanto científico y el incontenible crecimiento de la inmoralidad, la gente en su mayoría vive a la espera de indescriptibles calamidades que sobrecogerán al mundo. Necesitamos urgentemente hacer una cuidadosa revisión de los hechos, y en forma personal descubrir nuestro estado espiritual. Es necesario buscar la luz que nos permita despejar las tinieblas para retomar el rumbo perdido. ¿Dónde crees que puedes encontrar esa luz? Felizmente esta luz está a tu disposición en la Biblia, la Palabra de Dios.


Luz para nuestros tiempos

Al abrir la Biblia con recogimiento de espíritu, hallarás palabras de inspiración y desbordantes en consolación cuando dice el apóstol Pedro: "Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19). El supremo deseo de Dios para contigo, es que si tú aceptas la Biblia con el sincero deseo de buscar luz para despejar la oscuridad que hay en ti, llegues al sublime conocimiento de su Hijo Jesucristo. Jesús mismo dijo: "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí" (Juan 5:39). Las páginas de la Biblia llenas de la vida de Cristo, tienen el propósito de despertar tu fe en Jesús, para que creyendo en él, puedas tener vida eterna.

El mismo apóstol Juan dice: "Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre" (Juan 20:31). Queriendo Dios darte la evidencia absoluta de que su poder maneja el rumbo de la historia, por varios siglos ha escogido hombres, para darles una revelación directa, inspirándoles el conocimiento de su voluntad. Así los orientó en la tarea de escribir en nuestro propio lenguaje las maravillosas y milenarias profecías que serán para ti una luz orientadora; inmortales enseñanzas llenas de sabiduría, cuyo cumplimiento te da bienestar; sus soberanos principios morales guiadores de valor eterno, constituyen un admirable programa para que tu existencia sea útil y feliz; y leyes que rigen tu vida para gobernar las relaciones entre ti y tus semejantes y tu relación con Dios; leyes inmutables que son el fundamento del orden, la armonía y la paz. Así nos llegó la Biblia, las Sagradas Escrituras, la "antorcha" de la humanidad. Este libro te lleva a la luz guiadora, Jesucristo, en medio de la oscuridad y la confusión que envuelven al mundo.


Admirables predicciones científicas
La Biblia se caracteriza por sus infalibles revelaciones. Encontramos en su contenido, en la época en que fue escrito el Antiguo Testamento, una serie de anticipaciones científicas que discrepaban de los conceptos de su época, pero que en el momento presente las investigaciones recientes han confirmado con hechos irrefutables. Por ejemplo, Hiparco, 200 años antes de Cristo, daba por sentado oficialmente el número de 1.022 cuando estaba generalizado el pensamiento que las estrellas alcanzaban un número limitado; seiscientos años antes de Cristo el profeta Jeremías declaró que el espacio es infinito (Jeremías 31:37) y las estrellas no se pueden contar (Jeremías 33:23), verdad que fue confirmada con la invención del telescopio. Otras verdades científicas anticipadas a los descubrimientos del hombre, tales como las referentes al "peso del viento", o presión atmosférica (Job 28:25); la dinámica de los vientos (Eclesiastés 1:6); el ciclo del agua (evaporación, constitución de nubes, lluvia, formación de ríos y mares y de nuevo evaporación (Eclesiastés 1:7); la práctica científica de la cuarentena (Levítico 13:45-52); el reconocimiento de la sangre como líquido nutricio del cual depende la vida (Levítico 17:11); el orden en la formación de las diferentes partes del embrión (piel, músculos, huesos, nervios y finalmente la vida independiente (Job 10:10-12); la redondez de la tierra (Isaías 40:22); etc., eran totalmente ignoradas en el tiempo en que los profetas escribieron.

La Biblia como la verdad absoluta de orientación

Ninguna filosofía humana contiene toda la verdad ni resuelve todos los problemas humanos. Pero lo sorprendente es que, frente a las limitaciones de todas las teorías y filosofías inventadas por el hombre para responder a los grandes interrogantes de la vida, y ante los fracasos e inconsecuencias que todos ellos contienen, la Biblia, por ser la Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2:13), expone la verdadera y auténtica filosofía, contesta cada angustioso interrogante de nuestro corazón, aclara cada duda insondable de nuestra mente. Porque en ella se encuentra la voluntad de Dios. Debido a que su mensaje y orientación fueron recibidos directamente de Dios como su fuente auténtica, única y suprema de toda verdad, allí hallamos los absolutos principios guiadores de la verdad que nos proporcionan confianza, estabilidad y bienestar en esta confusión reinante de la hora. Dentro de lo que nuestra mente humana en su actual condición puede captar, en su mensaje maravilloso se revelan la naturaleza y las características de Dios, como Creador supremo (Isaías 44:6); Padre amoroso (Isaías 53:16); el origen de la esencia del hombre (Génesis 2:7); el excelso propósito de la vida (Isaías 43:7); el destino glorioso de la humanidad redimida por Cristo (2 Timoteo 4:6-8;2 Corintios 8:17); la capacidad limitada de la mente para conocer (Isaías 55:8-9), junto con el auxilio infalible que está al alcance de toda persona en la gran tarea de investigar la verdad salvadora. (Juan 16:13; Hechos 17:11).


La Biblia es la historia fidedigna de la salvación
Toda persona reflexiva se pregunta: ¿Realmente la Biblia fue escrita por los hombres a quienes se adjudica su paternidad literaria? ¿Sus profecías fueron registradas en el tiempo en que pretenden haberlo sido, o se trata de una recapitulación posterior de materiales folklóricos que sirvieron de base para el trabajo literario de algunos escribas en fecha mucho más reciente? ¿Las narraciones del Antiguo Testamento responden a verdaderos hechos históricos acontecidos, o son nuevas leyendas con mucho de fantasía y alguna reminiscencia histórica? ¿En otras palabras, es la Biblia auténtica, histórica y verídica? Si así no fuera, si las profecías se hubieran registrado después de los hechos que predicen, las Sagradas Escrituras tendrían que ser rechazadas absolutamente como guía orientadora para la vida, y sólo podría considerarse como una impostura. Todas estas dudas, que perturbaron a muchos estudiosos sinceros hasta fines del siglo XIX, felizmente hoy han sido aclaradas en forma categórica.
Hoy la Biblia, aun por los eruditos de la alta crítica más exigente, está considerada como un documento histórico digno de la mayor confianza. Los hallazgos arqueológicos, consistentes en ruinas de templos, ciudades, cerámicas, inscripciones en tablillas y monumentos, con relatos y fechas que confirman de una manera asombrosa, una multitud de los hechos mencionados en la Biblia. Y a medida que va transcurriendo el tiempo, van apareciendo nuevos testimonios de la veracidad de la Biblia, al remover las ruinas del pasado, los arqueólogos e historiógrafos se pronuncian cada vez más enfáticos en favor de la historicidad de la Palabra de Dios. Por otra parte, entre un sinnúmero de documentos encontrados en las excavaciones y búsquedas diligentes, y analizando con toda paciencia a la luz de la revelación, no hay uno sólo que contradiga siquiera una narración o un sólo pasaje de las Sagradas Escrituras. Por la limitación de este estudio sólo queremos mencionar de paso el hallazgo extraordinario de un rollo de pergamino efectuado en 1947.
Este rollo contiene el libro de Isaías. Este manuscrito es del siglo II a.C., cuyo texto, al ser reproducido fotográficamente y publicado para estudio de los lingüistas, resultó ser el mismo que el libro de igual nombre que circula hoy en hebreo. En marzo de 1955, en la cueva de Murabbaat, en el desierto de Judea fue hallado otro valiosísimo rollo hebreo que contiene los escritos de los profetas menores (última parte del Antiguo Testamento). El texto de este manuscrito comienza con Joel 2:20 y finaliza con Zacarías 1:4; faltan los libros de Oseas y Malaquías. En estos documentos los 12 de los profetas menores es prácticamente idéntico al texto hebreo que circula en nuestro tiempo, y el orden en que los libros han sido copiados es exactamente igual al Antiguo Testamento hebreo actual. Esto indica que el texto de las Escrituras se ha conservado intacto en su transmisión a través del tiempo. Dios como su autor que inspiró a los escritores sagrados, ese mismo Dios que ha conservado intacto su contenido para nosotros es quien ha preservado el mensaje de salvación, a pasar de los deliberados esfuerzos hechos en este sentido (Salmo 12:1-2,6-8).

El documento básico de la fe cristiana

Pero por encima de todo lo que hemos dicho de la Biblia como una obra literaria sin igual su característica profética, sus anticipaciones científicas, su vigorosa orientación profética, su carácter fidedigno, histórico y auténtico, se destaca como el documento fundamental del cristianismo, y por tal motivo base inamovible de la fe. Porque "ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:20-21). La Biblia también destaca que el estudio y aplicación de su mensaje es beneficioso. Pablo escribiendo a Timoteo le dice: "Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

Toda Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para reargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). La Biblia interpreta el pensamiento de Dios, quien es su verdadero autor, y quien se dignó transmitir por inspiración directa de su Santo Espíritu a los hombres que él escogió, (patriarcas y profetas, evangelistas y apóstoles) los mensajes que el destinó para nuestra guía y orientación espiritual. Así que, no nos extrañemos por que San Pablo exalte tanto su misión en la vida humana, y nos diga que la Biblia es útil para proporcionarnos la instrucción completa y cabal a fin de que como hijos de Dios lleguemos a ser perfectos. Tampoco nos extrañemos que nos diga que ella nos puede hacer sabios para la salvación.

La Biblia está llena del poder de vida
La Biblia encierra un poder que no se encuentra en ningún otro libro. Por ello el apóstol Pedro comparó las Escrituras con una semilla fértil que genera por el poder de Dios contenido en ella, la regeneración de tu corazón, fenómeno al cual llama renacimiento. Dice: "Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (1 Pedro 1:23). Esta semilla que es la Palabra de Dios, al igual que una semilla vegetal contiene el principio potente de la vida. Colocada en tu corazón de manera sincera, opera un cambio maravilloso, te da vida espiritual. Cuando tu recibas esa palabra inspirada por Dios en tu corazón lleno de problemas, sinsabores, debilidades, errores, se liberará en ti el germen del poder vital de Dios, el cual inicia un proceso de transformación, de renacimiento. Tu alma queda unida a Dios, tus problemas se resuelven, tus debilidades son vencidas, tus errores se superan y tú mismo entrarás en un nuevo rumbo que te conducirá cada vez más cerca de tu eterno destino de gloria y felicidad.

Conclusión
La Biblia es la norma de fe y práctica para el cristiano. Es la norma decisiva de la verdad, y fundamento de nuestra seguridad. Con el conocimiento y la práctica de las verdades redentoras contenidas en sus páginas, tú encuentras la forma segura de liberarte de tus temores y de emprender tu marcha hacia el porvenir sin sombra que te espera, del cual podrás participar si te preparas obedeciendo la voluntad de Dios, revelada en la Santa Biblia.

Video Destacado

Síguenos en Facebook